✨ “Un almuerzo que sabía a victoria” ✨
Aquel mediodía, Telejuane vibraba con el movimiento propio de un día agitado, pero nada llamó más la atención que la energía luminosa de una familia que acababa de tomar asiento. Habían llegado con un motivo especial: celebrar que su hija, después de días complicados en el hospital, por fin estaba de regreso a casa.
Los padres apenas podían contener la emoción; cada mirada que se cruzaban era un susurro de alivio. La abuela, siempre atenta, sostenía la mano de la chica mientras le contaba que la vida siempre recompensa a quienes luchan con fuerza. Y ella, con una sonrisa que iluminaba la mesa entera, observaba el plato recién servido: arroz verde aromático, pollo jugoso y una crema dorada que prometía un sabor reconfortante.
Era el primer almuerzo fuera desde aquella dura experiencia, y en ese instante sencillo pero profundo —el vapor subiendo, los aromas mezclándose, el bullicio de la cocina como fondo— todos entendieron que estaban celebrando mucho más que un alta médica: celebraban unión, resistencia y amor.
Al probar el primer bocado, la hija dijo en voz baja:
—Creo que hoy realmente empezamos de nuevo.
Y así, entre risas, brindis y la calidez de Telejuane, la familia convirtió aquel momento en un recuerdo que guardarían para siempre… uno que sabía a vida.

